Yo lo sabía. Siempre me pasa, me prometo a mí misma algo y luego no lo cumplo... Estaba claro que iba a pasar y, aún así, me metí en el lío... Sí, sí, puedo pasarme así horas y aún así, se que volveré a caer en el futuro... Pero ¿quién me manda a mi decir que sí?
Y vosotros pensaréis, ¿qué dice esta loca ahora? Pues eso, que me metí en un berenjenal yo solita, pero encima en un berenjenal que prometí no pisar, no creáis. Sé por experiencia que modelar figuras de personajes de dibujos animados es una tarea muy complicada. Un inocente Pocoyó puede convertirse en la pesadilla de cualquier decorador de tartas en seguida. Porque las proporciones de los dibujos animados, su tipo de diseño, etc. hacen que la tarea se complique infinitamente. Además, las comparaciones son "odiosas". Por lo cual si el muñeco se diferencia en algún detalle del original, puede ser un fracaso.
Y yo, sabiendo todo esto, voy y le digo a una amiga que sí le hago una tarta de Dora Exploradora para su hijo. Con la pega de que tenía pocos días para hacerla. Mi prima Mercedes, que es un cielo, se ofreció a ayudarme. Nunca había hecho una tarta de estas, pero su rapidez aprendiendo y la buena compañía, facilitaron algo el trabajo. Aún así, os prometo que cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia...
¡Cómo será el asunto que tras modelar a Botas nos dimos por vencidas! Decidimos llenar de flores y hojas la tarta y pasar directamente de Dora. Era demasiado reto y pocas ganas de pelearse con el fondant.
Además, como la tarta estaba ya "torcida", se quedó mal cerrada la caja donde guardé el bizcocho y se me quedó seco... Y cuando fui a cubrirlo tuve que emborracharlo un poco para que fuera un poco más esponjoso. Una pena, porque me había quedado muy rico: bizcocho de chocolate con pepitas de chocolate y relleno de Fluff (crema de nubes)
Así, que a partir de ahora, me he prometido que no voy a aceptar tartas de personajes de dibujos animados. A ver si lo cumplo...
